CALENDARIO DE ADVIENTO
Era diciembre y estaba oficialmente enfadada. Mis hijos estaban a 13.000 kilómetros de sus abuelos, nos acababan de echar de nuestra ciudad natal en Asia Oriental y vivíamos con maletas en el apartamento de un desconocido.
«¡Sólo quiero mi árbol de Navidad!» me quejaba en mi corazón aquellos primeros días de diciembre. Estaba decorado en nuestro viejo apartamento, brillando para nadie. Mientras tanto, nosotros acampábamos en este apartamento desolado deseando tener nuestras luces parpadeantes, las velas del árbol de Navidad y los altavoces con nuestra lista de reproducción navideña durante toda la temporada.
Sabía que la Navidad es mucho más que luces, olores a pino escarchado y campanas tintineantes, y sin embargo los deseaba desesperadamente. Quería los adornos externos de mi cultura en esta época. Bloqueada por circunstancias ajenas a mi voluntad, me sentía miserable.
A lo largo de su ministerio, Jesús repitió alguna versión de la idea de que aferrarse a la vida lleva a perderla, pero que perderla en realidad la salva. Es contradictorio, pero cuanto más te aferras a tu vida y luchas por el control, más cerca estás de perder lo que más importa. Cuando te relajas en la voluntad del Espíritu para tu vida, eres libre para vivir y disfrutar la vida abundante que Jesús quiere que tengas.
La verdadera alegría
Estaba tan ocupado enojado por mi árbol de Navidad, que me estaba perdiendo la verdadera alegría de la Navidad. La Navidad, cuando Jesús dejó su glorioso hogar celestial para nacer en una situación de alojamiento muy temporal: un pesebre. Navidad, cuando eligió no aferrarse a su igualdad con Dios, sino que se hizo plenamente humano, mostrándonos el significado de una vida abundante. Aunque el impulso de su humilde vida fue servir y sufrir, la Biblia dice que Jesús vino por su alegría y por la nuestra.
Aquella Navidad me vi obligado a perder los olores y las campanas. Sin embargo, cuando llevé mi ira a Él, gané intimidad con el Jesús que nació en un pesebre y vivió una vida claramente sin aspavientos. ¿Quién sabía lo que era renunciar a mucho, para ganar mucho más? Jesús, que vivió la buena vida, llena de sufrimiento y alegría.
Toma un tiempo en familia y oren por aquello que el Señor les prometió.
Diciembre es la mejor temporada para ayudar a las personas a conocer de la esperanza que hay en nuestro Salvador.
Como iglesia hemos preparado actividades para que puedas invitar a ese familiar, amigo o compañero de trabajo que necesita esperanza.
Todos los eventos son entrada libre a excepción de la Villa Navideña
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