En Lucas 14, Jesús observó cómo los invitados a la casa de un prominente fariseo se disputaban los asientos más impresionantes de la mesa. Todos querían ser los primeros.

Es posible que muchos creyeran que se merecían el mejor asiento de la casa.
En lugar de alabarles por buscar su propio interés, Jesús les pintó un cuadro de la máxima gloria de la humildad. Jesús proclamó sistemáticamente un reino muy diferente al que esperaban los que esperaban al Mesías: uno en el que «los últimos serán los primeros, y los primeros los últimos» (Mateo 20:16).

Desde su nacimiento en un humilde pesebre hasta su muerte en la cruz de un criminal, Jesús demostró este reino «invertido».

En su última cena, Jesús eligió no ser servido, sino servir (véase Mateo 20:28; Marcos 10:45), lavando los pies de cada uno de sus discípulos, incluso del que lo traicionaría.
Tanto en sus palabras como en sus acciones, Jesús llamó a sus discípulos a vivir y disfrutar de los beneficios de su reino «al revés». Y hoy te llama a ti a hacer lo mismo.